Los certámenes de poesía que conocemos como JUEGOS FLORALES, tuvieron su origen en Tolosa de Francia en el año de 1327. Los trovadores o poetas de esa región, fueron invitados a participar a través de una circular escrita en rimas provenzales, siendo enviada a todas las ciudades de Languedoc, citándolos para el primer día del mes de mayo de ese año, y el premio para el que recitara los mejores versos, sería una violeta de oro.

El proyecto fue enviado a los regidores de Tolosa, quienes, habiéndolo propuesto en Consejo, resolvieron que la celebración fuera cada año y los gastos que esto generara se añadieran a las cargas públicas.

El premio en ese año correspondió al poeta Arnaldo Vidal de Castelnaudary, por un poema en honor a la Santísima Virgen.

Al año siguiente, 1328, se nombró a un canciller y a un secretario: el primero para poner el sello a las poesías y el segundo para escribir estas en un registro expreso, dándole así una forma de academia a la reunión fundadora.

En cuanto a la violeta, se agregaron otras dos flores: la eglantina y la caléndula, flor de todos los meses, para que sirvieran de segundo y tercer premio, disponiendo además de que el que ganara las tres flores de oro, sería hecho doctor en la Gaya Ciencia, si así lo deseaba.

Los títulos de estos grados se expedían en verso con el sello del canciller, ya que los aspirantes los exigían en rimas, y el canciller, en nombre de la Academia, les contestaba en la misma forma, usándolas al instalarle en su grado y ponerse el bonete.

Posteriormente hicieron un tratado de poesía al que nombraron la Gaya ciencia. Al premio se le llamó joya, estos actos se consideraron una virtud, y la inclinación a la Gaya ciencia tiene el nombre del amor.

Esta costumbre subsistió floreciente durante algún tiempo, empezó a adulterarse y luego desapareció poco a poco, dándose el caso de que en 1484, la Fiesta de las Flores fue suprimida y la institución iba a desaparecer. Fue entonces cuando Clemencia Isaura la hizo renacer, le dio un nuevo giro y la poesía, gracias a una mujer, tuvo una de sus más brillantes páginas.

Clemencia Isaura era descendiente de los antiguos condes de Tolosa, y fomentó en su patria el gusto y el amor a las letras. Fue una apasionada de las flores y de la poesía, que ella consideraba inapreciables joyas de la mujer. Lamentando la decadencia de los  certámenes poéticos, restableció el concurso de trovadores; así mismo, distribuyó a sus expensas a los autores de las mejores composiciones, flores, que se llamaron nuevas, porque reemplazaron a las que anualmente les ofrecían; y las fiestas de la Gaya ciencia tomaron el nombre de Juegos Florales.

La fiesta se iniciaba con la celebración de una misa, un sermón  y se hacían varias limosnas; a la muerte de Clemencia, los poetas iban a su sepultura antes de la distribución de los premios y ponían flores sobre ella.

Clemencia Isaura murió hacia el año 1511, a los cincuenta años de edad. A pesar de su belleza, de su talento, y de los adoradores que tuvo, no quiso casarse y dedicó su vida a una Virgen que tenía en su casa, dedicándole todos los días las más bellas flores de su jardín, acompañadas de sentidas plegarias.

Legó a la ciudad de Tolosa rentas considerables destinadas exclusivamente a la celebración de los Juegos Florales, pero con el tiempo, estas rentas se fueron gastando en festines escandalosos. En 1694, el Rey erigió los Juegos Florales en Academia; después hubieron varios problemas; los Juegos Florales volvieron á establecerse, y en 1819, Víctor-Hugo ganó en ellos dos premios.

La institución de Clemencia Isaura ha llegado hasta nuestros días, y su nombre va unido a ella, como un homenaje y aplauso de los poetas que le han cantado con sentidos versos a través de los años.
by: www.agamed2000.com
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